Sus familias los llevaron al Hogar San José para que pasaran sus últimos años en un lugar tranquilo y donde pudieran recibir la atención necesaria. Pero un grupo de ladrones alteró la paz de los 47 abuelos que conviven en Saavedra 1.630, quienes padecen desde hace más de un mes el acoso de jóvenes armados que saltan la tapia del fondo para entrar a robar cuanta cosa encuentran en su camino.
"Lo que vivimos es algo feo, no sólo por la cuestión del robo, sino por la sensación de que se meta alguien en tu casa", lamentó Javier Cancinos, director y representante legal de la institución. El religioso, oriundo de Salta, se hizo cargo del hogar hace un año y medio. "Cuando llegué había casos de robos muy esporádicos, pero en este último mes y medio ha habido un caso tras otro y ahora se meten todos los fines de semana", denunció.
Según comentó a LA GACETA el hermano Cancinos, los intrusos son siempre jóvenes que aparentan estar drogados y que, según le dijeron, vienen del barrio Juan XXIII, conocido como "La Bombilla". El horario predilecto de los delincuentes para actuar es la siesta, cuando hay menos personal dentro de la institución. "Lo peor es que, como esto es tan grande, no llegan a agarrarlos nunca", agregó.
En el hogar no hay dinero ni objetos de gran valor. "Sabemos que entran con armas de fuego o con cuchillos y sacan chucherías, como celulares, ropa de los abuelos o un ventilador turbo que se llevaron una vez. En fin, se llevan todo lo que encuentran a mano", detalló el hermano. Y destacó que "lo que más nos preocupa es que se metan siendo este un lugar para ancianos".
El religioso no renegó de la Policía. "La última vez que llamé a la comisaría (es jurisdicción de la seccional 14°) vinieron rápido y recorrieron todo", relató.
Sin embargo, remarcó que "nunca hemos tenido alguien se quede o que esté dando vueltas permanentemente y eso es lo que necesitamos". En ese sentido, señaló que en una oportunidad envió una nota a la Policía para solicitar custodia, pero le respondieron que no tienen la cantidad de personal suficiente para dejar a una persona durante todo un día.
"Me dio rabia" José Ramón Elías tiene 85 años y hace dos semanas un delincuente lo sorprendió en su habitación, durante la siesta. "Estaba leyendo el diario y un muchacho abrió la puerta y me dijo 'vengo a hacerte compañía'. Pero enseguida me di cuenta de que era mentira porque tenía olor a bebida", contó el hombre.
Cuando el intruso se acercó al televisor, el abuelo intentó defenderse con un cuchillo que tenía sobre una mesa, pero el joven le ganó la carrera y lo tomó él. José Ramón salió a buscar ayuda, pero nadie pudo hacer nada. "Yo pensaba que me iba a pegar un tiro, pero se escapó nomás".
La tristeza invadió al abuelo cuando regresó a la habitación y notó que el ladrón se había llevado su teléfono celular, el medio de comunicación con su familia. "Me dio rabia", expresó José Ramón al recordar el incidente. Y aprovechó la oportunidad para pedir colaboración: "me gustaría que alguien nos ayude para levantar la tapia y que manden a un policía para que nos cuide", suplicó.